“Hola, me llamo Íñigo
Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir”. Al leer esta
frase, muchos de vosotros ya sabréis sobre qué película os voy a
hablar, puesto que es una de sus frases más populares.
La princesa prometida
es una película que se estrenó en el año 1987, dirigida por Rob
Reiner, el cual ha dirigido otras películas como This is Spinal
Tab o Algunos hombres buenos.
La película se inspira
en el libro de nombre homónimo escrito por el autor florinés S.
Morgernstern, pero que el escritor William Goldman abrevió quitando
las partes demasiado descriptivas que aparecían en el original. Este
recurso ya lo encontramos en otras novelas como en El Quijote,
en la que el historiador moro Cide Hamete Benengeli aparece como
autor y Cervantes se presenta como un mero traductor y autor de pocos
capítulos. La película se basa en esta segunda novela, siguiendo
las pautas de Goldman.
La película empieza con
un niño enfermo en su cama y su abuelo que ha ido a visitarlo. Para
entretenerle mientras está enfermo, le empieza a leer un cuento: La
princesa prometida. Este libro narra la historia de la joven
Buttercup (Robin Wright) que vive con sus padres en una granja del
reino de Florin. Buttercup es la más hermosa joven del reino, y a
sus órdenes tiene al mozo de cuadra, Wesley (Cary Elwes), aunque
ella nunca pronuncia su nombre. Cada vez que ella le da una orden, él
siempre responde con la mítica frase “cómo desees”, que
en realidad significa “te quiero”. Finalmente, Buttercup
se da cuenta que está enamorada del joven mozo, y se juran amor
eterno.
Wesley decide marcharse a
América para buscar fortuna y casarse con Buttercup, pero ella
recibe la noticia de que el barco de su amado ha sido abordado por el
pirata Roberts, el cual nunca deja supervivientes.
El príncipe Humperdinck
(Chris Sarandon) la obliga a casarse con él y convertirse en
princesa pero, justo antes de la boda, tres mercenarios la
secuestran: el espadachín español Íñigo (Mandy Patinkin), el
gigante Fezzik (André el Gigante) y el siciliano Vizzini (Wallace
Shawn); pero un misterioso hombre enmascarado les sigue, vence a los
tres hombres y consigue rescatar a la princesa. El héroe, como cabe
esperar, es Wesley, el cual no murió en el barco, sino que se
convirtió en el nuevo pirata Roberts. Después de una serie de
acontecimientos en los que el príncipe Humperdinck quiere recuperar
a su amada Buttercup; Wesley se queda a las puertas de la muerte; el
espadachín Íñigo consigue vengar la muerte de su padre, entre
otros, finalmente, los dos enamorados consiguen estar juntos.
La princesa prometida
es la clásica historia de amor incondicional entre la joven princesa
y el apuesto caballero, pero podemos encontrar en ella un elemento
posmoderno: la metaficción.
Existe, tanto en el libro
como en la película, un juego narrativo mediante el cual se nos
presenta la historia en distintos niveles de ficción. El primer
nivel es el abuelo que le explica el cuento a su nieto, el cual está
escrito, según dice el abuelo, por S. Morgenstern. En el momento en
que empieza a contar la fábula, se produce una fusión entre su
personaje de abuelo del niño y el papel de narrador del cuento. Esta
segunda voz es, a la vez, la del narrador implícito Morgenstern. El
abuelo pasa a ser implícito en el momento en que se suprime su voz
en off y solo se muestran los acontecimientos. Finalmente, el
último nivel ficcional lo encontramos en las narraciones de los
personajes como, por ejemplo, la historia de Wesley de cómo se
convierte en el pirata Roberts.
Durante toda la película,
se producen pausas del narrador, el cual nos adelanta
acontecimientos. Un ejemplo sería el caso en el que Buttercup está
a punto de ser comida por las “anguilas chillonas”, el abuelo
interrumpe el cuento y le dice a su nieto que no se la comerá, que
esté tranquilo. En este punto, volvemos a encontrarnos en el primer
plano ficcional y, a continuación, volvemos a la acción que se
encuentra en el segundo nivel, donde se solapa la voz del abuelo y la
de Vizzini. Este recurso nos reitera que, cada una de las frases de
los personajes, está siendo leída por el abuelo en un plano
superior de la ficción. En el siguiente vídeo podemos observar este primer plano ficcional:
Por tanto, podemos
observar como La princesa prometida no es simplemente una
bonita historia de amor, de lucha, magia y aventura, sino que se
trata de una fábula mucho más compleja, puesto que mezcla distintos
planos ficcionales, mucho más complejos en la novela que en la
película, pero que mantienen al público expectante durante los 98
minutos que dura la película. Esta gran película ha conseguido que miles de personas vuelvan a su infancia simplemente con oír una de sus grandes frases, su BSO compuesta por Mark Knopfler o algunas de sus míticas escenas.
Por tanto, para
todos aquellos que no hayáis visto esta magnífica película, os
recomiendo que no esperéis ni un minuto más para dejaros
sorprender.
Gracias.
Inés
Hidalgo
Periodismo
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