dijous, 18 d’abril del 2013

DEL CÓMIC A LA GRAN PANTALLA: SIN CITY



Bienvenido a Sin City. Una ciudad que atrae a los tipos duros, a los corruptos y los solitarios. Para algunos es un lugar oscuro. Insensible. Para otros es su hogar. Policías corruptos. Mujeres sensuales. Vigilantes desesperados. Muchos quieren vengarse. Otros redimir sus pecados. Y también hay quien espera conseguir un poco de las dos cosas. Un universo de héroes extraños y reticentes que intentan hacer lo correcto en una ciudad que rechaza el bien. 

Sin City nace de las manos de Frank Miller, un historietista estadounidense que nos muestra en sus cómics un mundo totalmente diferente al nuestro. Crea una ciudad que va en dirección contraria a lo normal, todo allí se rije por unas normas opuestas a las nuestras. Posiblemente, los cómics de Frank Miller sean muy diferentes a lo que la gente está acostumada de ver en éstos, sobre todo si los comparamos con los héroes de Marvel. Pero esto es lo que le hace diferente de los otros, y aún más si todas estas diferencias se plasman en la gran pantalla. És aquí donde entra Robert Rodríguez, el encargado de darle vida a estas historietas.  

Rodriguez decide plasmar lo que ve en cada viñeta, sin que ningún detalle se le escape. Cocina su obra a fuego lento y él mismo, ayudando tanto en la dirección, como en el gran trabajo de post-producción, producción, montaje y fotografía. Robert, para comenzar a "vender" el producto, hizo un corto: "El cliente siempre tiene la razón" (parte del cómic La chica vestía de rojo), con el cual llamó la atención, por 
ejemplo, de Bruce Willis, que se interesó por el proyecto y decidió participar aunque su salario fuese mucho más inferior al que estaba acostumbrado. Con este corto (el cual aparece al inicio de la pelicula) consiguió lo que queria e inició la producción del film.


En el film se explican tres historias: El duro adiós, La gran masacre y Ese bastardo amarillo. Estas tres historias nos cuentan diferentes situaciones vividas en Sin City, aunque aparecen entrelazadas unas con otras gracias a la aparición del mismo personaje en diferentes historias, o la aparición de un personaje que anteriormente había sido asesinado. Este fenómeno recuerda a Pulp Fiction o a otras películas de Tarantino, que curiosamente fue invitado a grabar una de las escenas de Sin City.


Hay algo que separa irremediablemente a Sin City de todas las otras adaptaciones de cómics que han poblado las pantallas de cine de medio mundo durante los últimos tiempos: su concepción está basada en un extrema estrechez en la relación entre viñeta y fotograma, además de la influencia artística e interesante que le da Frank Miller a su obra. Robert Rodriguez tenía claro que la personalidad de Sin City necesitaba un tratamiento peculiar: una simple adaptación al séptimo arte no captaría la esencia de unas historias tratadas desde la estética noir.

Estéticamente, el toque e importancia que se le dan a los colores permiten la descripción de las historias de Sin City: la combinación del blanco y negro con la que nos son descritas las tres historias no se reduce a una mera labor formal, ya que a través de su tratado permite la descripción de un ambiente deprimente, marginal y sumido en una tristeza que se traza como un puzzle en las personalidades de los personajes. La paleta de grises con la que Rodriguez fotografía su película se convierte en el primer vehículo de lucimiento para que el espectador se de cuenta de la embriagadora y desmoralizadora vista de las calles de una ciudad dominada por desintegración.


Miller utiliza los colores vivos para expresar las ocasionales explosiones emocionales de sus personajes y hacer que un contraste en el colorido elabore bellas imágenes y así destacar esos momentos donde la propia violencia del relato o un sentimiento casual de un personaje adquiera mayor importancia. Este recurso es llevado por Rodriguez a un nuevo nivel gracias al elaborado trabajo de post-producción de la película. Así, la película deja de ser sólo una nueva vía a través de la cual disfrutar de las historias sino una especie de evolución para desarrolar el estilo en el que deambulan estos cuentos de personajes marginados, matones de medio pelo y corruptos sin escrúpulos. 

Lo que convierte a Sin City en cautivadora es la forma en la que todo lo descrito en las viñetas de Frank Miller cobra vida. Dentro de su particular estilo, nos es descrita,  una Sin City sumida en la marginalidad y llena de callejones donde cada uno de sus ciudadanos puede dar de sí lo mejor y lo peor de la existencia humana. Se nos presenta una ciudad oscura, una especie de resultado de elevar al cubo lo tenebroso de una Gotham City (Batman). Vemos una ciudad que parece vivir una perpetua noche, donde la lluvia describe como nadie esa tristeza intrínseca en las emociones e inevitables caminos al desastre de esos personajes nacidos de la mente de Frank Miller. 


Los personajes de Sin City son la otra clave que engrandece esta obra, y que como la ciudad, son llevados al celuloide de una manera  magistral. Los personajes de Miller son duros: su vida transcurre en la calle, originando una psicología que les permite desarrollar una personalidad simple y basada en las oscuras y no escritas leyes de las viles luchas de egos callejeras. Como su lenguaje, su manera de actuar es tosca y basta, admitiendo el mínimo número de concesiones ante el peligro. La película respeta los carácteres de sus protagonistas hasta el punto de quedar perfectamente inmortalizados en la pantalla de una manera ejemplar.


Ya analizando la película en términos más generales, muchos son los que reprochan a Sin City que una fidelidad extrema al medio en el que se apoya, el mundo del cómic, lastre que en la película no se recurran a un mayor número de recursos cinematográficos. La verdad es que para nada esto supone un hándicap a Sin City, en la que Rodriguez inyecta la suficiente adrenalina a la acción, a parte de una interminable y constante aureola de tragedia, con las apariciones ocasionales de un humor de aspecto frío que engrandecen la propuesta. 

Lo mejor que le puede pasar a Sin City, y así sucede, es que esa inseparable relación que mantiene desde el primer fotograma con el cómic le haga beneficiarse de una maravilla unión de recursos. El mundo del cómic utiliza una simple frase, el acertado dibujo de una viñeta para sumergir al lector en un gran número de sensaciones y sentimientos. La película de Rodriguez también lo consigue, siendo este uno de sus mayores triunfos.


   “Existen callejones en Sin City, donde todo es posible…”. 




Mireia Sáez
Periodismo

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